Sed de sangre. Amores trágicos y pasiones desbordadas.




Sed de Sangre. Thirst. Corea del sUR 2009.
  • Dir. Park Chan-wook
  • Reparto: Song Kang-ho, Kim Ok Bin, Mercedes Cabral

Sed de Sangre llega por fin a nuestras carteleras después de una larga espera. Ganadora en la edición del Festival de Cannes 2009  del Premio del Jurado, la cinta representa una muy interesante propuesta sobre el tema vampírico que ningún amante del género debe dejar de ver.
El mito del vampiro desprovisto de lo sobrenatural hace mayor énfasis en las emociones humanas y en la forma en que todos nos volvemos depredadores en el medida que deseamos lo imposible, lo que no tenemos. Y ejemplifica de manera magistral a lo que estamos dispuestos a llegar para obtenerlo.
La película podría dividirse en tres partes que abordan distintos momentos en el desarrollo de la historia, pero que también tienen trasfondos distintos de contenido. La primera, la que tiene que ver con los elementos místicos alrededor de los conceptos de salud, enfermedad y muerte. La segunda con el planteamiento romántico, el amor, la ansiedad y la sed como elementos detonadores de una pasión sin freno, más estrujante que la idea de ser un condenado a la inmortalidad alimentándose de la sangre de otros. Y la tercera, la que tiene que ver la cotidianidad de la vida siendo un vampiro, arrastrando culpas y administrando mal todo el el poder que eso genera. De las tres, es la primera parte es la que representa el planteamiento más interesante, por su trasfondo místico y la concepción expuesta entre la vida y la muerte,  del pensamiento católico y occidental con el oriental.
El argumento narra la historia de un sacerdote católico que brinda apoyo espiritual a los enfermos de un hospital. El contacto directo con la enfermedad, el miedo y la desesperanza, lo lleva a ofrecerse para un experimento médico que busca la cura contra un misterioso y mortal virus para el cual no existe cura. Algo sucede dentro del experimento, que el sacerdote empieza a desarrollar una especie inmunidad a prueba de todo, curación inmediata de toda herida, intolerancia a la luz y el sol y por supuesto, una sed de sangre incontrolable. Su caso se hace famoso y la gente cree que tiene poderes para curar a otros. Así, un día una señora lo lleva a que trate de curar a su hijo con cáncer. La familia resulta ser antigua conocida, donde el sacerdote desarrolla una extraña pasión por la esposa del enfermo, que fuera antiguo amigo suyo. La pasión desbordada, combinada con su nueva condición, llevan la historia a extremos pasionales, terroríficos y mortales. Parece que es mala idea enamorarse de un vampiro, pero peor aún es estar en un triángulo amoroso que  vuelve ese amor en  imposible y trágico. (Alguien debería decírselo a Bella Swan)
Una inusual manera de abordar el tema de los vampiros, aunada a un estilo narrativo que tradicionalmente no vemos en nuestras pantallas, hacen de esta película altamente recomendable. Quién podría resistirse a la propuesta de compartir todas las eras del mundo, donde la sangre, la locura, la pasión y la muerte sean los complementos de un amor atemporal, sin moral alguna, sin dios, ni demonio, donde el cielo existe mientras estemos juntos y pensaremos en el infierno como nuestra condición intermedia de muertos vivos. Sin misterios y sin temor de dios…¿Se les ocurre una propuesta más romántica que esa? A mí la verdad, no.
Sin embargo, también hay que señalar que la película es larga (de 133 minutos de duración), con secuencias algo lentas especialmente hacia la segunda parte. Cuando el monstruo se le sale de control al personaje, da la impresión que también Park Chan-wook pierde el rumbo de la cinta. Pero ello no demerita el buen trabajo que existe desarrollado en otros aspectos ya mencionados.


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