El escritor fantasma. Secretos de muerte en tonos grises nostálgicos
El escritor fantasma. The ghost writer. (Francia, Alemania, Inglaterra) 2010
- Dir. Roman Polanski
- Reparto: Ewan McGregor, Pierce Brosnan, Kim Catrall, Olivia Williams
El escritor fantasma es uno de esos raros acontecimientos que merecen ser consignados por lo que generan dentro y fuera de la pantalla.
La película genera expectativa mundial al saberse que la fase de postproducción es terminada mientras el director estaba en arresto domicialirio. Es verdad que los premios que gana, podrían interpretarse como una manera de cortesía por parte los grandes festivales europeos hacia Polanski, ya que es durante el Zurich Film Festival en Suiza que fue detenido con la intención de extraditarlo a Estados Unidos.
Pero todas esas conjeturas pasan a segundo término cuando uno tiene oportunidad de ver la película. Polanski merecía la atención mundial y los reflectores, no por verse nuevamente inmiscuido-nuevamente- en un asunto jurídico, sino por confirmar que es un artista en toda la extensión de la palabra, una leyenda viva del cine contemporáneo y una de las mejores muestras del llamado “cine de autor”, que a veces parece tan lejano de la oferta que nos presenta la cartelera.
La trama gira en torno a un escritor (McGregor) que es contratado por una editorial para terminar las memorias de un ex primer Ministro Británico (Brosnan). Es un fantasma en varios sentidos, y ese es el primer asunto verdaderamente interesante del personaje principal. No sólo es fantasmal por el hecho de que no debe saberse que él terminará por ser el autor de las memorias; lo es también por ser un espectador contaminado por el ambiente que le rodea, un ente que termina por no adoptar el rol de simple espectador, sino de volverse la angustiada consciencia de las motivaciones de los demás portagonistas.
Además de ello, el escritor deberá iniciar conociendo a su antecesor, quien muere de manera sospechosa antes de terminar el trabajo. Este diálogo también tiene mucho de sobrenatural, ya que las pistas para develar los secretos del exprimer ministro parecen estar guiadas por voluntades más alla de la tumba.
Polanski narra la historia siguiendo el patrón en el que ha demostrado ser un verdadero maestro: va construyendo a los propios personajes en función de lo que saben de un secreto. Es decir que las personas y sus motivaciones van apareciendo ante nuestros ojos del mismo modo que las pistas que llevan al misterio central de la hisotria. Polanski entiende que aquí nadie tiene prisa, el camino y la tensión son maquiavélicamente disfrutables. Es por eso que adorna algunas de las escenas principales con ese hermoso ventanal que muestra la playa sin sol, en los tonos grises que anuncias que viene la tormenta. Un gris nostálgico que imprime melancolía y misterio a la trama.
A ratos, Polanski también se reinventa y hace guiños hacia algunos de sus trabajos anteriores: una obsesión por saber las causas del suicidio de quien estuvo antes en tu situación, nos recuerda mucho al Inquilino (The tennant, 1967), la avaricia criminal de los poderosos, por ratos nos remite a la Novena Puerta ( The ninth gate, 1999) aunque el asunto de un tipo inocente que queda solo y sin aliados en medio de fuerzas que no conoce ni comprende, parece tener un enorme paralelismo con El bebé de Rosemary (Rosemary`s baby,1968).
Pero al final, la sensación de que el secreto estuvo todo el tiempo frente a tus ojos y de que Polanski se frota las manos satisfecho, es tan sorprendente como familiar. Es como el reencuentro con la amena charla de un viejo y entrañable amigo, que siempre sabe como sorprenderte de nuevo.
Lo mejor:
- La historia, la música, las actuaciones, el ritmo y la dirección. Y el final…. te deja sin palabras la manera de ser trágico de una manera tan poética.
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