Chalán. Los límites del poder.
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Dir:
Jorge Michel Grau
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Reparto:
Noé Hernández, Juan Carlos Remolina,
Ari Brickman, Luis Cárdenas, Marco Antonio Argueta y Antonio Zúñiga
Chalán es una película que hace historia y no necesariamente
por su hechura cinematográfica. Con el argumento de que está realizada con
fondos públicos y por tanto, le pertenece a la gente, se estrena vía internet (streaming) de manera gratuita antes de
su proyección en el canal 22, señal abierta y de acceso libre.
La medida además estuvo
acompañada de una creativa estrategia de promoción en redes sociales, donde una
cuenta con el nombre de unos personajes “prohibía” verla. La polémica, la
difusión y la novedad en el estreno hicieron del asunto un “trending topic” con
lo que podría considerarse desde ahora un éxito rotundo. El director, Jorge
Michel Grau y el productor Edgar San Juan Padilla, entienden un principio básico de
propaganda: que todos hablen de algo te coloca en el interés del público. Fama
y prestigio antes que dinero, es una buena estrategia para lograr el objetivo
de que la gente vea tu película, te conozca y las ganancias vendrán después por
añadidura.
La película toca un tema que por sí solo
despierta amplio interés: el de la corrupción dentro de las altas esferas de la
política. En esta ocasión, sin embargo, no es tratado a manera de denuncia o
revelación. La historia es narrada desde la vivencia de quienes conviven de
cerca con la corrupción, el abuso del poder y el cinismo de quienes se sirven
del poder en este país.
Chalán, nos cuenta la historia del chofer de un
diputado que sufre continuas formas de humillación, agresiones, discriminación
y abuso. El asunto sucede en medio de la negociación legislativa de una
propuesta de ley que favorecerá a los empresarios de refrescos con la venta en
las escuelas. También está intervenido con los asuntos personales del diputado
que incluyen agresiones, maltrato y violencia hacia su amante.
No es que el asunto no sea escandaloso en sí mismo.
Es que la historia está narrada desde otra óptica: el punto en el cual un
hombre llega a su límite y decide desquitarse usando los mismos métodos que ha
visto ser usados desde su posición subordinada.
La cinta tiene un obvio componente de crítica
política, pero en realidad, es una mirada desde las personas, una crónica de cuando llegan a
su límite, aún cuando parezcan el último eslabón de la cadena.
La premisa así expuesta da para mucho más, hay
algunos elementos que podrían haberse desarrollado a mayor profundidad, pero la
verdad es que en sus 58 minutos de narración, el asunto parece más una crónica.
Una especie de historia narrada a manera de anécdota, de esas que se cuentan en
charlas de café.
En este sentido, personajes construidos con todos
los “clichés” que se le puedan atribuir, permiten adivinar las motivaciones
antes que ser explicadas, razón por la cual la película puede abordar la
historia sin alargarse demasiado en argumentaciones, aunque de repente hacen falta.
Lo mejor:
- · Las actuaciones son bastante buenas. Ya hemos dicho que la película no se ocupa de argumentar mucho, sin embargo, el cuadro actoral logra construir a los personajes de manera fácilmente identificable con buen oficio. ¡Felicidades!
- · La animación insertada – una onda estilo Tarantino de hipertextualidad- es una manera creativa para no hacer tomas en la verdadera Cámara de Diputados. Interesante modo creativo de decir algo importante a través una imagen creada.
- · La escena de la negociación entre los diputados es quizás la más cuidada y con mayor complejidad. Bien escrita y actuad, resulta de lo más destacado.
Lo peor:
- · ¿Corto largo o largo corto?
- · ¿Y qué pasó después? Uno queda con la sensación de que no le contaron partes importantes de la historia.
- · Dejar escoger al público entre héroe o villano -.cuando toda la cinta está construida a base de “clichés”- no me convence del todo como un buen final para una historia no lineal como ésta.
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