Christopher Lee. Cuando Drácula fue un caballero británico.
La muerte de Christopher Lee (1922-2015) a los 93 años, abrió la puerta para que la
nostalgia se apodere de los fans del género del terror, que reconocen en el
actor a una de sus máximas figuras y
referentes.
Su carrera artística tiene una
marcada y clara tendencia para hacer cintas terroríficas, fantásticas, épicas.
De la personificación de Drácula en el gran clásico de 1958, al malvado Saruman
en el Señor de los anillos, (Lord of the
Rings, P. Jackson) en el 2001, Lee
dio sobradas muestras de que tenía un
talento especial para ello.
Es así que hoy hablar de Lee, es
traer a la memoria la época dorada del género de terror en el mundo. Fue por 1930 que los estudios Universal deciden
filmar grandes clásicos del género, versiones de historias literarias que se
volverán referentes importantes para los llamados “Masters of terror” en todo
el mundo.
En 1950, los estudios Hammer, una
compañía independiente británica, decide filmar nuevas versiones de los
clásicos de Universal. Producto de esta fructífera experiencia, se filma en
1957 La maldición de Frankestein (The Curse of Frankestein, T. Fisher,
1957). El reparto incluía a Peter Cushing
en el papel del Dr. Victor Frankestein y a Lee como la criatura creada
por éste. El equipo creativo que da origen a la cinta se volvería tan exitoso y
prolífero, que juntos filmaron por casi dos décadas y produjeron cerca de 40
filmes pertenecientes al género.
Christopher Lee interpretó
monstruos varios, pero sería la personificación del Conde Drácula, la que más
halagos le valdría y le colocaría en una comparación permanente, con otro
grande: Bela Lugosi.
Lugosi se gana un lugar destacado
en la historia del cine, gracias a que fija todos los clichés del personaje, exponiendo
lo que después se convertirá en el estereotipo del vampiro clásico: el conde
debía ser aristócrata, de finas y hasta teatrales maneras, seductor más por
ello que por su físico y con un definido acento transilvano. Lee, en su oportunidad, construye su Conde
Drácula desde otra perspectiva, la de un distinguido caballero inglés. Sin
embargo le debe a Lugosi el uso de la Capa (elemento del que no se salvó ni
Gary Oldman, muchos años después) y la mirada fija y penetrante que seduce e
hipnotiza.
Con más naturalidad que Lugosi, y
ayudado por la fotografía a color que lo muestra aterrador con la boca y
colmillos llenos de sangre, Lee inicia un fructífero ciclo al lado de Terence
Fisher para filmar a lo a largo de casi 20 años 8 películas en donde
personificó al que se considera ahora su personaje más emblemático. Se dice que
en 1973 rechazó el último guion que le ofrecieron para hacer nuevamente el
personaje, argumentando la necesidad de desencasillarse, además de ya no encontrar novedad alguna en
la fórmula que le hiciera tan famoso.
Sin embargo, es innegable que Lee
permitió con su interpretación la evolución del personaje en la pantalla. Para
empezar, el suyo es un personaje con mucho mas matices, situado entre la
personificación monstruosa de Nosferatu (Nosferatu,
eine symhonie des grauens, F.W.Murnau, 1922) y el aristócrata acartonado de
Lugosi (Dracula, T. Browning,
1931). Terence Fisher toma nota las
lecciones aprendidas y las aplica en una nueva técnica que sus antecesores no
tuvieron para las versiones mencionadas: el uso del color y el sonido.
Es por ello que por principio de
cuentas, Fisher se da el lujo de omitir diálogos y sonidos de pasos a pesar de
poder hacerlo, para darle mayor impacto a las apariciones de Lee. Esta versión
es también más fastuosa y logra la transformación visual del vampiro de un
distinguido caballero a un monstruo con
los ojos inyectados de sangre. Lee por
su parte, aprovecha esos elementos y logra que su versión Drácula desarrolle
las características naturales de un depredador: encanto para atraer y
bestialidad para atacar.
Por si fuera poco, la cinta
también añade un elemento que será determinante para el desarrollo posterior
del género, que es el uso de una explícita sensualidad, ligada al terror y la
sangre que permitirá que los vampiros de la pantalla en lo posterior,
evolucionen hacia formas cada vez más seductoras.
Por puro análisis cuantitativo, acaso
sea Lee el actor que más veces personificó al famoso Conde Drácula (solo
comparable a las veces que Bela Lugosi,
hizo lo propio dentro y fuera de la pantalla). Con Lee termina la visión del
vampiro aberrante, aunque sin apartarse del todo, porque algo de abyecto y
deleznable es lo que lo sigue haciendo fascinante para el público. No diremos
que termina por promover las historias rosas de romances entre vampiros y
humanos, porque eso es en realidad otro género y dichas historias se mueven
bajo otras lógicas narrativas.
Sin embargo Lee está llamado a
pasar a la historia como una de las personificaciones más destacadas y
recordadas del Conde Drácula para la eternidad. Y eso parece que al Príncipe de
la Oscuridad le hubiera tenido más que satisfecho, incluso lo suficiente para darle la
bienvenida a la morada donde seguramente compartirán la eternidad.
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