De brujas y princesas. Parte I. La buena del cuento


Son los arquetipos de las dos formas extremas de expresar la feminidad en los cuentos de hadas: o se es buena, bonita y virtuosa; o se es mala, fea y pervertida. En la fantasía no parece haber términos medios. Son las expresiones sobre las cuales se han construido los atributos que debe tener una mujer.

Pero más allá del debate feminista que se puede dar alrededor de estos y otros estereotipos, es un hecho que a lo largo de los años también fueron modificándose y adaptándose a las nuevas mentalidades. La casa Disney -a quien debemos la imagen más estereotipada de ambas figuras- se vio en la necesidad de depurar su modelo de bruja y princesa a fin de que hubiera mayor punto de identificación con las niñas actuales. Es así que las princesas no son ya todas iguales, ni tienen el mismo carácter, incluso es preciso elegir cuál es con la que más te identificas, que podría ser un excelente modelo para test sicológico. Aquí las diferencias mas identificables entre una y otra.

Blanca Nieves: La ingenua. La primera de las princesas de Disney y la que encarna el espíritu de la pureza. Blanca Nieves nunca es consciente de la envidia a su alrededor, ni lo que provoca su belleza en los demás. Sabido es que el asunto de la manzana es una metáfora al estilo del pecado original en Adán y Eva. Un espíritu puro e ingenuo encuentra su mayor grado corrupción cuando sucumbe a la tentación, representada en este caso en la manzana. Pero el asunto se salva con el beso del verdadero amor, y el castigo a la maldad para que Blanca Nieves siga viviendo en medio de la pureza y la ingenuidad.

Cenicienta: La afortunada. Cenicienta no nace con sangre real. La gana después de años de trabajo duro y explotación por parte de su madrastra y hermanastras. Pero la Cenicienta no se gana su pase a la realeza con trabajo, sino con la ayuda del hada madrina y los ratoncitos que le hacen el vestido. No es un ejemplo de superación, sino un elemental golpe de suerte. Sin embargo, el arquetipo ha inspirado por décadas a todo el género telenovelero con rotundo éxito.

La Bella Durmiente. La víctima de la fatalidad. La princesa Aurora nace con mala estrella. El día de su bautizo recibe la maldición de una bruja ofendida por no haberla invitado al festejo. A pesar de tratar por todos los medios de impedirlo, al cumplir los 16 años la maldición se cumple sin que nada ni nadie pueda impedirlo. El cuento de la Bella Durmiente parece estar dominado por el espiritu inefable de la ley del Karma. Nada puede torcer el destino si es que así está escrito. Ser buena, bonita y virtuosa no es suficiente para doblegar las fuerzas de la fatalidad. Aurora es la víctima por excelencia porque todo el tiempo ignora su triste destino. Al ocultarle la verdad, padres, madrinas y la corte impiden que tome conciencia de la fatalidad y la conducen inevitablemente a la cita con el destino. Es entonces que solo la voluntad del príncipe puede salvarla, sola no podría hacerlo.

Bella: La intelectual. Bella tampoco tiene sangre real. Pero su afición por la lectura la hace una mujer sensible y culta capaz de apreciar la belleza de espíritu de la bestia. Hay un profundo mensaje de tolerancia en la historia, pero también es verdad que el personaje femenino no podría recaer en una persona superficial. Bella es quizá el mejor esfuerzo de Disney por darle a la figura de la princesa un toque humano y sobre todo culto.

La sirenita: La audaz. Ariel es la princesa que se atreve a todo: incluso a ir contra su propia naturaleza. La curiosidad y el amor la llevan a buscar incluso la manera de dejar de ser sirena. Dispuesta al sacrificio con tal de lograr un objetivo, Ariel es el mejor ejemplo de cómo se puede arriesgarlo todo por amor. Disney sin embargo, cambia el final de la historia original para que todo el esfuerzo termine por ser bien recompensado. Una traición a la sirenita original que paga el precio de la muerte por haber elegido con el corazón. Pero ya saben: estamos hablando de Disney, la fábrica por excelencia de los finales felices.

Fiona. La auténtica. Fiona no es parte de la colección de Disney y de hecho podría considerarse la antiprincesa: Una ogra verde que se casa con un ogro, despreciando al príncipe encantador, se embaraza (¿se imaginan a Blanca Nieves con panza?) domina las artes marciales y está dispuesta a cambiar el castillo de cuento por un pantano maloliente. Pero el personaje de Fiona tiene encerrado un mensaje mucho más profundo. Todos podemos tener dos caras, pero Fiona encuentra el amor y la felicidad cuando se acepta a sí misma, cuando deja de engañarse y acepta su realidad. Ese quizás sea lo más valioso del personaje: la aceptación de los defectos propios antes que los ajenos.

Pero además de ello casi todas (excepto Fiona y Aurora) son huérfanas de madre. Cómo entonces construyeron ese modo de ser tan femenino? La figura materna se sustituyó por brujas, madrastras malvadas, madrinas atolondradas. Y es que definitivamente en el imaginario popular puede tolerarse todo, menos ser mala madre. Mejor morirse o volverse bruja. Pero de ellas nos ocuparemos en la segunda parte.

Mientras tanto sería bueno pensar, si fueras princesa ¿cuál serías? Y si tuvieras que casarte con una: ¿cuál escogerías?

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