La nueva moda del remake
Desde hace algún tiempo, se está volviendo común hacer nuevas versiones de los grandes éxitos cinematográficos. Especialmente los que lo fueron en la época de lo setentas y ochentas y con un marcado interés por las cintas de terror. Eso no quiere decir que solamente se haga remake de cine de terror porque también vimos gloriosos regresos de series famosas, telenovelas y encuentros de grupos musicales.
Lo que ha pasado con la vuelta a los clásicos de terror merece analizarse detenidamente por varias causas: primero porque apunta directamente al hecho de que los miedos parten de arquetipos tan arcaicos que no responden a una moda específica. Es decir que al pasar del tiempo les seguimos teniendo miedo a las mismas cosas en esencia. Y esa es la primera y principal de las razones por la que le ha resultado mejor a los estudios mirar hacia atrás que al frente. En este caso está por ejemplo, el remake de “Hasta el viento tiene miedo” que, con algunos accesorios, finalmente aborda la idea ancestral del alma en pena. También en este caso pueden considerarse los remakes de Amytiville y Texas Chainsaw Massacre, (La masacre en Texas) donde nos remiten a la relectura de la fuente del miedo original: el diablo y los sicópatas, respectivamente.
Pero en otros casos, las grandes películas de terror no resistieron la prueba del tiempo en lo que a efectos especiales se refiere. Para las generaciones jóvenes, la salsa que simula sangre, las máscaras de látex, el murciélago que pende de un hilo entre otros precarios efectos visuales, movían más a la risa o al asco que al miedo. En este caso, vimos mejores efectos especiales en los reamkes de Halloween y en el del Amanecer de los muertos, The hills have eyes (El despertar del diablo) y Fog (Niebla). Por supuesto en 13 Ghost, (13 fantasmas) donde la original en blanco y negro presentaba fantasmas de sábana movidos con hilo. La historia sigue siendo muy regular pero visualmente, definitivamente resulta más aterradora en su segunda versión.
En otra categoría, la ciencia avanzó para mostrarnos más datos acerca de la personalidad sicótica o múltiple, las sociopatías y otras cosas. Hablar de un asesino serial o de masas en el cine se volvió más complejo, porque en la era de la información el público es cada vez menos crédulo y exige más explicaciones y argumentos más sólidos. Rob Zombie ilustra bastante bien este caso, con su nueva versión de Halloween.
Hay, sin embargo, dos remakes de clásicos que merecen una mención especial: el de Psycho, ( Psicosis) realizado por Gus Van Sant y el The Omen ( la profecía) de John Moore. En ambos casos lo que mueve a los directores a trabajar en las cintas es la profunda admiración por lo que las películas mencionadas representan, en una actitud más de homenaje que de relectura. Gus Van Sant incluso filma la película usando el mismo orden de rodaje que Hitchcock. El guión es el mismo con muy pocas actualizaciones y el set se construye a pocos metros del original en los Estudios Universal para tenerlo constantemente como referencia. Sin embargo, Van Sant falla justamente en lo que Hitchcock acierta rotundamente: la elección del actor para el papel de Norman Bates. Y es que Anthony Perkins logra para la inmortalidad personificar al perturbado por excelencia en la historia del cine: tímido, huidizo, con un aire tan desamparado que inspira ternura que se va convirtiendo en terror una vez que comprendemos su verdadera naturaleza. Vince Vaughn no logra acercarse ni por mucho: el de Vince es un Bates atrevido, ¡vamos! hasta guapo. Uno no entiende como no puede conseguir chicas y se conforma con pornografía barata. La cosa acaba por no convencer y se perfila como desastre hacia la mitad de la película.
En el caso de Omen (La profecía) el asunto es similar en el sentido de que Demian está muy grabado en la idea del colectivo que tiene catalogada a la película como de culto. Nunca podemos sentir más miedo que la primera vez que la vimos. Y eso que el pequeño actor se esfuerza en ello sin conseguirlo.
Pero hay en realidad una última situación que analizar: Lo que significa en términos de ingresos y dinero recaudado en taquilla. Un público cada vez más exigente que no se conforma con cualquier cosa, es una apuesta al éxito seguro. Ya sea por la nostalgia del buen recuerdo o curiosidad por la relectura de los clásicos, los remakes consiguen llevar gente a la taquilla en una época donde se apuesta al DVD y la proyección en casa.
2008 es además un año que nos traerá más elementos para esta reflexión: se anuncian los remakes de Hellraiser, Friday the 13th (Viernes 13) y Nightmare on St. Elmo Street ( Pesadilla en la Calle del Infierno). ¿A ver sin falta? Bueno, la esperanza es lo último que muere.
Lo que ha pasado con la vuelta a los clásicos de terror merece analizarse detenidamente por varias causas: primero porque apunta directamente al hecho de que los miedos parten de arquetipos tan arcaicos que no responden a una moda específica. Es decir que al pasar del tiempo les seguimos teniendo miedo a las mismas cosas en esencia. Y esa es la primera y principal de las razones por la que le ha resultado mejor a los estudios mirar hacia atrás que al frente. En este caso está por ejemplo, el remake de “Hasta el viento tiene miedo” que, con algunos accesorios, finalmente aborda la idea ancestral del alma en pena. También en este caso pueden considerarse los remakes de Amytiville y Texas Chainsaw Massacre, (La masacre en Texas) donde nos remiten a la relectura de la fuente del miedo original: el diablo y los sicópatas, respectivamente.
Pero en otros casos, las grandes películas de terror no resistieron la prueba del tiempo en lo que a efectos especiales se refiere. Para las generaciones jóvenes, la salsa que simula sangre, las máscaras de látex, el murciélago que pende de un hilo entre otros precarios efectos visuales, movían más a la risa o al asco que al miedo. En este caso, vimos mejores efectos especiales en los reamkes de Halloween y en el del Amanecer de los muertos, The hills have eyes (El despertar del diablo) y Fog (Niebla). Por supuesto en 13 Ghost, (13 fantasmas) donde la original en blanco y negro presentaba fantasmas de sábana movidos con hilo. La historia sigue siendo muy regular pero visualmente, definitivamente resulta más aterradora en su segunda versión.
En otra categoría, la ciencia avanzó para mostrarnos más datos acerca de la personalidad sicótica o múltiple, las sociopatías y otras cosas. Hablar de un asesino serial o de masas en el cine se volvió más complejo, porque en la era de la información el público es cada vez menos crédulo y exige más explicaciones y argumentos más sólidos. Rob Zombie ilustra bastante bien este caso, con su nueva versión de Halloween.
Hay, sin embargo, dos remakes de clásicos que merecen una mención especial: el de Psycho, ( Psicosis) realizado por Gus Van Sant y el The Omen ( la profecía) de John Moore. En ambos casos lo que mueve a los directores a trabajar en las cintas es la profunda admiración por lo que las películas mencionadas representan, en una actitud más de homenaje que de relectura. Gus Van Sant incluso filma la película usando el mismo orden de rodaje que Hitchcock. El guión es el mismo con muy pocas actualizaciones y el set se construye a pocos metros del original en los Estudios Universal para tenerlo constantemente como referencia. Sin embargo, Van Sant falla justamente en lo que Hitchcock acierta rotundamente: la elección del actor para el papel de Norman Bates. Y es que Anthony Perkins logra para la inmortalidad personificar al perturbado por excelencia en la historia del cine: tímido, huidizo, con un aire tan desamparado que inspira ternura que se va convirtiendo en terror una vez que comprendemos su verdadera naturaleza. Vince Vaughn no logra acercarse ni por mucho: el de Vince es un Bates atrevido, ¡vamos! hasta guapo. Uno no entiende como no puede conseguir chicas y se conforma con pornografía barata. La cosa acaba por no convencer y se perfila como desastre hacia la mitad de la película.
En el caso de Omen (La profecía) el asunto es similar en el sentido de que Demian está muy grabado en la idea del colectivo que tiene catalogada a la película como de culto. Nunca podemos sentir más miedo que la primera vez que la vimos. Y eso que el pequeño actor se esfuerza en ello sin conseguirlo.
Pero hay en realidad una última situación que analizar: Lo que significa en términos de ingresos y dinero recaudado en taquilla. Un público cada vez más exigente que no se conforma con cualquier cosa, es una apuesta al éxito seguro. Ya sea por la nostalgia del buen recuerdo o curiosidad por la relectura de los clásicos, los remakes consiguen llevar gente a la taquilla en una época donde se apuesta al DVD y la proyección en casa.
2008 es además un año que nos traerá más elementos para esta reflexión: se anuncian los remakes de Hellraiser, Friday the 13th (Viernes 13) y Nightmare on St. Elmo Street ( Pesadilla en la Calle del Infierno). ¿A ver sin falta? Bueno, la esperanza es lo último que muere.
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