Los vampiros: ¿Los últimos románticos?



Podría gritar que me dejes beber de tu sangre... Los amantes de
Lola


Febrero es el mes del amor y la amistad, y afortunadamente no todo son corazones y cupidos revoloteando en los alrededores. Hay muchas maneras de hablar del sentimiento amoroso y romántico que –afortunadamente- no tienen por qué ser cursis necesariamente.

Personalmente, me parece que después de Romeo y Julieta, no hay mejor expresión del género romántico que el relato sobre vampiros. El movimiento romántico que influye en la literatura, la música, la pintura y el arte el general, se caracteriza principalmente por la ponderación de la imaginación, libertad de pensamiento y subjetividad[1]. En el relato romántico hay una evidente separación de la realidad, donde además juegan un papel importante el frenesí, la melancolía y la certeza de la tragedia.

Los relatos de vampiros entran en esta descripción perfectamente. Las leyendas de vampiros (que existen en casi todas las culturas del mundo) con sus diferentes variantes, incorporan un alto contenido erótico, ligado además a la idea de la sangre como fuente de la vida y de la pasión. El vampiro está situado entre la vida y la muerte, acecha a los vivos pero en realidad no es su enemigo, porque los necesita para vivir.

En la novela de Bram Stoker -considerada el clásico por excelencia del género-el amor imposible entre Drácula y Mina lo llevará irremediablemente hacia la muerte y él lo sabe todo el tiempo. No hay manera de que la historia no acabe de manera trágica: De salirse con la suya, el Conde sabe que la condenará para siempre: “Te amo demasiado para condenarte” le susurra desesperado al oído.

Nosferatu- una variante de Drácula que tuvo que camuflarse porque la viuda de Stoker no quiso autorizar otra película sobre la novela de su difunto esposo- pierde la partida porque el amor lo llevará a quedarse con su amada hasta el amanecer, sabiendo que esa noche quizás será la última y consciente de que vale la pena pagar precio tan alto por conocer la pasión al lado del ser amado.

Y es que los vampiros juegan con todas las pasiones humanas, dada su virtual condición de muertos en vida. Son inmortales pero no indestructibles. Su existencia trágica los lleva a vivir el amor y las pasiones de manera profunda y desgarradora. Acaso sea Anne Rice quien mejor recoge el lado pasional del vampiro, que despojado de toda moralidad, crea relaciones pasionales entre los propios vampiros y el mundo de los vivos.

La versión fílmica de Interview with the vampire (Entrevista con el vampiro) recogía bastante fielmente ese dilema, haciendo aparecer al vampiro como una desamparada victima de la más cruel de las soledades: la que no se cura con el tiempo, a pesar de que eso sea lo que le sobre a las criaturas de la noche. La segunda parte fílmica (dicho sea de paso) es un amalgama horrible de otros libros: Lestalt el vampiro y La Reina de los condenados. Tan mala, que deben haber agradecido la muerte de Aaliyah, pensando que el efecto estilo “The crow” ( El cuervo) podría llevar gente al cine.

Pero finalmente, es un hecho que ninguna historia de vampiros acaba bien. Todos ellos saben que el sino trágico de su existencia acabará por predominar y al parecer están dispuestos a ello por amor y nada más. Además de que quién podría resistirse a la propuesta de compartir todas las eras del mundo, donde la sangre, la locura, la pasión y la muerte sean los complementos de una amor atemporal, sin moral alguna, sin dios, ni demonio, donde el cielo existe mientras estemos juntos y pensaremos en el infierno como nuestra condición intermedia de muertos vivos. Sin misterios y sin temor de dios…
¿Se les ocurre una propuesta más romántica que esa? A mi la verdad no.



[1]"Romanticismo (literatura)." Microsoft® Encarta® 2006 [CD]. Microsoft Corporation, 2005. Microsoft ® Encarta ® 2006. © 1993-2005 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

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