Solo los Amantes Sobreviven. El desencanto depresivo que perdura en la eternidad.



Only Lovers  Left Alive. UK (2013)
·         Dir. Jim Jarmusch.
·         Reparto: Tilda Swinton, Tom Hiddlestone, Mía Wasikoska, John Hurt, Jeffrey Wright.

El mito del vampiro es uno de los temas más antiguos de la cinematografía en todo el mundo. La fascinación que ejercen entre el gran público los no muertos y  bebedores de sangre, ha logrado que terminen por convertirse en un mito arquetípico de nuestra era.
Una vez extraídos de los castillos medievales y liberados del corte gótico tradicional, las y  los vampiros empezaron a vivir la postmodernidad de distintas maneras.  Siempre vigilantes de los devenires de la humanidad, su existencia navegó en los rincones oscuros de la condición humana.  Reflejo de nuestros temores y dudas la raza vampírica siempre nos recuerda que hay una luz rojiza que guía nuestros pasos aún en la oscuridad más profunda.
Esta cinta se inscribe en el interesante camino de mostrar la cotidianidad vampírica en nuestros tiempos, desde una visión que no deja de ser oscura, recuperando así una de sus condiciones narrativas originales.  Y es que la verdad es que resultaba urgente, después de la devaluación del mito producto de la “crepuscular” visión de Stephanie Meyer,  devolver la dignidad a las criaturas de la noche. Jarmusch lo logra de manera impecable a través de una narración intimista y contemplativa, que hace de esta película una fuerte candidata a la selecta lista de las consideradas  como “de culto” dentro del género.
La cinta se centra en la relación entre dos amantes (Swinton y Hiddleston) una pareja separada espacial pero no emocionalmente.  Sin que se haga de manera explícita, la estampa inicial habla de conexiones profundas a través de los tiempos, las distancias y la cambiante realidad que les rodea. Esta imagen primera de la película encierra en realidad la tónica del relato y hace perfecta congruencia con el título de la cinta: la sobrevivencia de los amantes pende de la compleja relación que a pesar de todas las circunstancias se mantiene inmutable.
Swinton hace un papel excelente, como la vampira profunda, sofisticada, culta, cambiante, adaptable.  Hiddelstone está enorme en el papel del vampiro agobiado, depresivo, desencantado de la eternidad. Este blanco y negro (literal) de  la pareja se complementa en el papel locuaz de Wasioska y el del sabio y eterno John Hurt.
Asuntos como conseguir sangre sana en un mundo agobiado por drogas e infecciones, atravesar el mundo de noche,  y conseguir  cómplice y aliados humanos, es narrado con maestría y hasta con humor.  Mucho humor negro y una clase magistral de música contemporánea es lo que se obtiene al ver una cinta como ésta.
Otro gran acierto es introducir al espectador al mundo vampírico desde su visión y perspectiva. Mundos oscuros, encierros ruinosos, que solo se iluminan por las farolas y la brillantez de la sangre, hacen sentir la calamitosa experiencia de ser un vampiro en el siglo XXI.
No pocos han encontrado  grandes similitudes con  El Ansia  (The Hunger, T.Scott, 1983) que de hecho existen y que  no pueden negarse como influencia.  Sin embargo, Scott construye a sus vampiros en medio de la revolución sexual y el avance técnico, como esperanza para superar la muerte.  Jarmusch los coloca cuando eso ya ha pasado y los propios vampiros han visto que  la humanidad es incapaz de asimilar sus propios descalabros.
Muy recomendable para todo amante del género. Una pena que nos llegue tan tarde, en tan pocas salas y en tan pocas ciudades.  Pero eso tampoco debería sorprendernos. Estos vampiros ya no son adolescentes…


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