El copycat mexicano
En fechas recientes la opinión pública se ha conmocionado con la historia de José Luis Calva Zepeda, mejor conocido como el caníbal de la Guerrero. A medida que pasan los días, se agregan detalles que hace cada vez más sórdida la historia: aparece una novia, un cómplice homosexual, acusa a su madre de controladora y castrante, se publican fragmentos de sus poemas. Estamos ante un caso que hará historia en la nota roja del país, no cabe duda.
Escritor y poeta, es acusado de haber asesinado – y posiblemente devorado - a cinco mujeres. Entre sus pertenencias, se encontraron disfraces, velas y otros objetos de brujería, las películas Hostal y Hannibal y una foto –ni más ni menos– que de Anthony Hopkins caracterizado como Hannibal Lecter. ¿Es José Luis Calva solamente un imitador?
El comentario que circula de manera obvia, es el de la influencia de los medios– en este caso el cine- para dar como resultado un caso como el que estamos viendo. Como ya lo han demostrado casos anteriores, establecer una relación directa entre los contenidos de los medios y el cometer actos perversos resulta extremadamente complicado. Un buen ejemplo es la entrevista que Michael Moore hace a Marilyn Manson en Bowling Columbine a propósito de los asesinatos perpetrados por dos estudiantes que gustaban de su música.
Existe también el caso del caníbal alemán que ganó una demanda a la productora que había filmado una película sobre su vida. El tribunal consideró que era invasión a la intimidad, ya que el acusado dijo que no quería que su vida se exhibiera como la de otros sicópatas famosos. El filme no podrá exhibirse porque violaría un derecho humano que hasta el peor de los criminales puede exigir que se le garantice.
También hubo un caso de dos muchachos que mataron a su madre y la metieron en bolsas, confesando que la idea se les ocurrió después de haber un visto un capítulo de Los Soprano. Ejemplos de quienes se dicen inspirados por un personaje o situación ficticia abundan en los anales de la criminología mundial.
Los medios cumplen – de acuerdo a los estudios realizados por diferentes especialistas – una función influenciadora muy diferente a la que la mayoría de la gente piensa. Amantes de las estadísticas y los criterios cuantitativos, los norteamericanos saben que cuando un caso como éstos se publicita, ocurren por lo menos otros dos en pocos meses. ¿La razón? Alentar la posibilidad de notoriedad entre quienes ya han pensando cometer otros ataques. Muchos de estos sicópatas buscan ser célebres a toda costa. Comprobar que alguien se hace famoso por haber cometido un crimen anima a otros a cometerlo también.
Y si se usan parámetros estadounidenses, es porque al parecer estas cosas no pasaban en países como el nuestro. Se dice que es el primer caso registrado en la ciudad de México. Y aquí también habría que decir que el canibalismo es una perversión muy extraña, porque requiere de una compleja elaboración, que no sólo se explica por la necesidad de matar. Detrás del canibalismo hay una idea torcida de la espiritualidad y de lo que significan otras personas para nosotros. Eso no se “adquiere” viendo una película o leyendo un libro. Hace falta un grado profundo de perturbación que no es consecuencia directa de ver películas con temas morbosos. (Digamos del gore para arriba). Detrás de todos estos personajes siempre hay historias de crueldad, abuso y abandono. La miseria humana se reproduce trágicamente a sí misma, en un proceso que existe antes de los medios electrónicos, el cine y la televisión. Para buscar las razones de que existan mentes perturbadas y personas malvadas hay que analizar toda un gama de variables que van desde el ambiente familiar, la infancia y el medio social hasta los factores genéticos y las razones psicológicas que llevan a las personas al desequilibrio.
Total, que Hannibal es inocente, por lo menos en esta ocasión.
Para un leer un estudio reciente hecho en México está
Ostrosky Feggie, “Mentes asesinas, La violencia en tu cerebro” Ed. QUO.
Una entrevista con la autora en http://www.el-universal.com.mx/cultura/vi_54138.html
Escritor y poeta, es acusado de haber asesinado – y posiblemente devorado - a cinco mujeres. Entre sus pertenencias, se encontraron disfraces, velas y otros objetos de brujería, las películas Hostal y Hannibal y una foto –ni más ni menos– que de Anthony Hopkins caracterizado como Hannibal Lecter. ¿Es José Luis Calva solamente un imitador?
El comentario que circula de manera obvia, es el de la influencia de los medios– en este caso el cine- para dar como resultado un caso como el que estamos viendo. Como ya lo han demostrado casos anteriores, establecer una relación directa entre los contenidos de los medios y el cometer actos perversos resulta extremadamente complicado. Un buen ejemplo es la entrevista que Michael Moore hace a Marilyn Manson en Bowling Columbine a propósito de los asesinatos perpetrados por dos estudiantes que gustaban de su música.
Existe también el caso del caníbal alemán que ganó una demanda a la productora que había filmado una película sobre su vida. El tribunal consideró que era invasión a la intimidad, ya que el acusado dijo que no quería que su vida se exhibiera como la de otros sicópatas famosos. El filme no podrá exhibirse porque violaría un derecho humano que hasta el peor de los criminales puede exigir que se le garantice.
También hubo un caso de dos muchachos que mataron a su madre y la metieron en bolsas, confesando que la idea se les ocurrió después de haber un visto un capítulo de Los Soprano. Ejemplos de quienes se dicen inspirados por un personaje o situación ficticia abundan en los anales de la criminología mundial.
Los medios cumplen – de acuerdo a los estudios realizados por diferentes especialistas – una función influenciadora muy diferente a la que la mayoría de la gente piensa. Amantes de las estadísticas y los criterios cuantitativos, los norteamericanos saben que cuando un caso como éstos se publicita, ocurren por lo menos otros dos en pocos meses. ¿La razón? Alentar la posibilidad de notoriedad entre quienes ya han pensando cometer otros ataques. Muchos de estos sicópatas buscan ser célebres a toda costa. Comprobar que alguien se hace famoso por haber cometido un crimen anima a otros a cometerlo también.
Y si se usan parámetros estadounidenses, es porque al parecer estas cosas no pasaban en países como el nuestro. Se dice que es el primer caso registrado en la ciudad de México. Y aquí también habría que decir que el canibalismo es una perversión muy extraña, porque requiere de una compleja elaboración, que no sólo se explica por la necesidad de matar. Detrás del canibalismo hay una idea torcida de la espiritualidad y de lo que significan otras personas para nosotros. Eso no se “adquiere” viendo una película o leyendo un libro. Hace falta un grado profundo de perturbación que no es consecuencia directa de ver películas con temas morbosos. (Digamos del gore para arriba). Detrás de todos estos personajes siempre hay historias de crueldad, abuso y abandono. La miseria humana se reproduce trágicamente a sí misma, en un proceso que existe antes de los medios electrónicos, el cine y la televisión. Para buscar las razones de que existan mentes perturbadas y personas malvadas hay que analizar toda un gama de variables que van desde el ambiente familiar, la infancia y el medio social hasta los factores genéticos y las razones psicológicas que llevan a las personas al desequilibrio.
Total, que Hannibal es inocente, por lo menos en esta ocasión.
Para un leer un estudio reciente hecho en México está
Ostrosky Feggie, “Mentes asesinas, La violencia en tu cerebro” Ed. QUO.
Una entrevista con la autora en http://www.el-universal.com.mx/cultura/vi_54138.html
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