Dulces Sueños, mamá. ¿Y si no fueras mi madre?

Ich seh, Ich seh. Austria, 2014.
·         Dir: Severin Fiala, Veronika Franz
·         Reparto: Susanne Wuest, Elias Schwarz, Lukas Schwarz

El terror europeo es casi siempre sobrio, intimista, oscuramente reflexivo. Esta cinta recoge  lo mejor de esta tradición, llevando a niveles verdaderamente perturbadores para el espectador una crónica de encierro, temor profundo y violencia que raya en lo brutal, a partir de una premisa casi inocente.
La historia se centra en un par de gemelos que viven con su madre en una alejada cabaña en medio del bosque. Su madre ha regresado de una cirugía que le mantiene la cara vendada con un aspecto poco más que siniestro. Pero no es el rostro de su madre lo perturbador, sino los cambios en su actitud hacia ellos, los que los hacen sospechar que en realidad no es su madre.
Lo que sigue, es un thriller de intriga y sospechas que va subiendo de todo hasta niveles verdaderamente terroríficos para el espectador. No es un juego de niños en sí mismo, ni una historia de fantasmas. Es una extraña mezcla de las dos cosas que busca hacernos reflexionar sobre el origen oscuro de los demonios primigenios que todos llevamos dentro.

La cinta recuerda a ratos otras películas, como Juegos Perversos (Funny Games, M.Hanneke, 2007) o Historia de dos hermanas (A Tale for two sisters, Kim Ji Woon, 2003) pero de cualquier forma, esta historia tiene sutiles giros de tuerca que llevan la trama a un punto en donde se entiende que no hay modo de que una historia  como ésta acabe bien. Y sin embargo, ello no quiere decir que algo te prepare para el final, y que no puedas quitar los ojos de la pantalla.
La cinta entra con todo derecho al selecto círculo de cine de culto, es distinta a lo que la industria últimamente nos ha mostrado en el género de terror y  tiene un estilo particular. Logra además algo a lo que toda película de terror que se respete aspiraría: ir subiendo la tensión a un punto insoportable con un cierre claro y contundente que no obstante deja espacio para la propia interpretación.

Preguntas como la naturaleza del mal, la posesión, los apegos y obsesiones son las extrañas premisas de una cinta que tiene lo necesario para efectivamente no dejarte dormir, como dice la publicidad. Ningún fan del terror debería perdérsela, a pesar de que parece haber sido mal comprendida. Así pasa  a veces con lo innovador.

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