Diana. El Secreto de una princesa. Cuando Lady Di conoció a Bridget Jones.
Diana. Inglaterra,
Francia Bélgica, Suecia (2013)
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Dir: Oliver Hirschbiege
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Reparto: Naomi Watts, Naveen Andrews,
Douglas Hodge, Geraldine James.
Son muchas las veces que una
película decepciona por tratar de que una persona considerada deidad en el
imaginario colectivo, sea rebajada a
nuestro nivel mortal. Este parece ser el
caso. Una biopic inspirada en un romance poco publicitado de la Princesa de
Gales, Diana Spencer, es la materia prima de una
historia que pasaría aceptablemente como comedia romántica, sino fuera por su
pretensión de convertirse en testimonio fílmico de un momento “histórico” en la
vida de la monarquía británica.
Una Diana capaz de los arrebatos
y locuras que cometen todas las mujeres enamoradas, es quizás la mayor de las
novedades de la cinta. Ello se debe entre otras cosas, al trabajo actoral de Naomi Watts, que
logra en momentos hacernos creer que
estamos ante la mismísima Diana de Gales. Su actuación se complementa bastante
bien con la de Andrews que logra el
aspecto aturdido, sorprendido y asombrado del hombre común cortejando a una
princesa con tintes de Diosa. Hay que decir además que Andrews logra que
comprendamos como un hombre culto y profundo logra impactar a una mujer como
Diana, acostumbrada a la hipocresía y la falsedad de quienes la rodean por
interés.
Pero lamentablemente, los halagos
llegan hasta ahí, porque la película no logra saltar del género de comedia
romántica, aunque pretenda ser otra cosa.
No es de extrañar que cause irritación entre la extensa “fan community” de la Princesa de Gales,
aunque a diferencia de otras cintas acerca de la realeza, no por develar “la
verdad” acerca de un determinado asunto, sino por hacer un retrato tan banal de
la que fue en su momento, la mujer más famosa del mundo. Reducir el
romance con el Dr. Khan a un
idilio imposible por la diferencia de clases, es rebajar a Diana al nivel de
Bridget Jones y eso supongo que es una de las causas por la que los fans de la
princesa están tan molestos con la cinta.
Al final, la lección es clara (y
eso tampoco debe gustarle a muchos) para la princesa más famosa, popular y
querida del mundo, el “vivieron felices por siempre” es también una mentira. Ni el dinero y el
poder le alcanzan a Diana construir una historia de amor perfecta. Y si en la
vida real es más un drama que una historia romántica, la película comete el
error de usar las fórmulas narrativas de lo segundo para retratar una realidad
que no existe. Una historia que todas y
todos sabemos que no acaba bien y que por tanto, lo mejor es que pase sin pena
ni gloria, porque de todos modos, no logra hacer mella en la imagen que tenemos
de la también llamada “Princesa del Pueblo.”
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