La teoría del todo. La historia científica de los milagros poco probables.
The theory
for everything. Inglaterra, 2014.
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Dir: James Marsh
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Reparto: Eddie Redmayne, Felicity Jones, David
Thewlis, Emily Watson, Charlie Cox
La teoría del todo, es una
película brillante, merecedora sin duda de todos los premios otorgados en su momento, realizada con el enorme cuidado de expresar reconocimiento
a un personaje, sin mostrarlo como alguien que no es, cegados por la
admiración. En estos términos, la película
en realidad nos cuenta la historia de un hombre frente a la adversidad, sin ensalzar sus méritos académicos, un poco para que entendamos que se trata de una
historia que por el solo hecho de ser humana, es digna de ser contada.
La cinta abarca los años de
universidad de Hawking en 1962, hasta el
momento en que la Reina Isabel de
Inglaterra le otorga la Orden del Imperio Británico en 1982. En ese recorrido conocemos parte de la vida
del científico como estudiante de doctorado, de cómo conoce a su primera esposa
y como enfrenta un terrible diagnóstico de esclerosis lateral amiotrófica a la
edad de 21 años.
En términos melodramáticos, la
película no podría ser más perfecta. Los
protagonistas son personas con enormes virtudes, enfrentadas a una situación
terrible y dolorosa que los obliga a salir adelante en medio de una situación
sumamente adversa. Sin embargo, a diferencia de otras narraciones del género,
esta es absolutamente real, un caso tan extraño y sorprendente como admirable y
conmovedor.
Hawking no pasará a la historia
solamente por sus enormes contribuciones científicas, sino por ser una de las
personas conocidas que ha podido vivir más tiempo, con una enfermedad
progresiva, discapacitante y degenerativa más allá de todo pronóstico posible.
La cinta se centra en esa lucha
por el amor, la familia y la ciencia para un hombre atrapado en un cuerpo
sumamente enfermo. La escena del
diagnóstico es por demás ilustrativa de lo que significa no tener certidumbres
sobre el futuro: “¿Voy a poder pensar? Si, aunque en un tiempo nadie podrá
saber lo que estás pensando…” Una sentencia tan terrible que cuesta trabajo
creer que Hawking no solo pudo seguir pensando, sino que logró hacer que sus
contribuciones revolucionaran el conocimiento que tenemos del universo, y que también logró que un amplio sector del
público lo comprendiera y se interesara. Todos supimos al final, la genialidad
del pensamiento de este hombre a pesar de que la enfermedad lo mantuviera
paralizado.
Por otra parte, es importante decir
que la película no solo funciona por la historia o el guión, sino por las
destacadas actuaciones de Redmayne y Jones, que soportan toda la estructura
dramática de la cinta de un modo admirable. Redmayne logra mostrar una imagen
muy certera de la pérdida paulatina de la movilidad, pero no de la genialidad,
ni del sentido del humor. Felicity Jones por su parte, hace una perfecta
transición entre el amor idealista de juventud, al de una mujer cuidadora con la pesada carga de una familia
y de vivir con una persona con discapacidad y totalmente dependiente.
No encontraremos las respuestas a
todo lo que nos intriga de la vida de este hombre, pero si claves importantes
de cómo y porque ha podido sobrevivir, pensar y crear a pesar de todo. Su
ateísmo particular, nos hace dejar de pensar en milagros, aunque no por ello en
la pérdida de la fe. Esperanza puesta en
lugares poco convencionales, es la materia prima para entender a una persona
como Hawking, y en eso la película logra el cometido de que lo entendamos así.
No hay modo explicar – todavía- la
totalidad del universo… pero tampoco de los recursos que hacen que las personas
sean felices a pesar de todo. Y por ello, definitivamente, muchas gracias Mr.
Hawking por dejarnos la duda y forzarnos a seguir preguntando.
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